Ernst Balcke
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Bien lo siento: en mí tengo cosas magnas, que, âún por nacer, esperan con ansia desprenderse; haz, Dios mío, que logre yo entregarlas, antes de que en su suelo ellas me entierren. Si quieres, Dios, que joven en años me despida, dame antes a beber de noche agreste, por que se halle en mi espíritu deleite algún día y sêa para la estirpe yo un orgullo füerte. Y si estuviera el tiempo que he de recorrer, con muy estrecho límite y mengua ponderado, que se diga algún día: fuerza nos ha de él nutrido y de su espíritu fuego hemos sacado.
Tempestad
Al cielo del crepúsculo las veletas baten y hurgan de los colores la agonía, rasga la tempestad casi no atadas gavillas, por que de albo corcel núbeo el casco las aplaste.
Revuelve la fragancia de lupinos que queman, sobre un féretro salta jubilosa, humareda y humo de hogar y chimenea cíñenla en vuelo: ménades, guedejas furiosas.
A la gente azota hacia casa y hacia puertas, y como dueña brama en callejas vacías, de los pocos mendigos los fuegos hace trizas, que abandonados, pálidos, atizar intentan.
(Traducción: Héctor A. Piccoli)
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